No
hubiera podido imaginar que tener un hijo era tan parecido a estar enamorada,
despertándome en la noche y viéndote tumbado a mi lado, tan… perfecto, con tus
rechonchas manitas y piececitos, tan
pequeñito en esta cama tan grande que pareces un juguete, quedo embobada
observándote, oyendo tu respiración, suspiro llena de amor porque sé que estás
bien, resguardado, protegido. Todavía me sorprende que seas mi hijo, ser tu
madre, de repente la vida tiene un sentido divino, y eres tú, el aquí y el
ahora se viven con toda la fuerza del universo,
porque mientras sonríes no existe nada más,
quedo prendada del milagro de la vida. Como vivir es una actividad muy fuerte,
apasionada y también extenuante muchas veces, hemos decidido ir pasito a
pasito, sin prisas, revelándote las pequeñas cosas del día a día desde mi
regazo, y el fular nos ha supuesto una
magnifica herramienta que nos permite ir como si estuviéramos soldados el uno
al otro, mientras, observas atento y fisgón mis quehaceres diarios, agarrado a
mi como un pequeño monito.
Con el
tiempo esa mirada ha ido cambiando, cinco meses después se ha hecho curiosa, ahora escudriña cada detalle a tu alrededor. Me
divierte especialmente la manera en que miras al horizonte después de disfrutar
de un paseo en el que has dormido plácidamente entre el calor de mi piel y tu
piel, y la intimidad y el sosiego que el fular nos brinda, empiezas a
removerte suavemente, abres los ojitos una vez, los cierras, vuelves a abrirlos
y los diriges hacia mi, tierno, con esa mirada cómplice, y en tu idioma y a tu
manera me pides que te saque de tu refugio para que puedas adivinar donde
estamos, a donde hemos venido esta vez a pasear, entrecierras los párpados
mirando muy concentrado la situación, y pones tu cara de tortuga, estirando
mucho el cuello e inclinando el labio superior de tu boca un poco hacia
delante, como en forma triangular, descubriendo el mundo desde la perspectiva
que te ofrece la seguridad de mi hombro, bien abrazadito a mi, y así juntos
pasas más calmado todas esas emociones a veces tan enérgicas y vibrantes que la existencia te
ofrece. Después de estos primeros meses para conocernos, de trabajosa
adaptación el uno al otro y a esta nueva vida, por fin has descubierto el
placer ser mi bebé, te encanta que te besuquee,
que te llenemos de caricias y hagamos guerras de besos en tu espalda, te
abracemos, que te contenga en mi seno. Me siento tan orgullosa de verte así,
tan risueño, siempre dispuesto a mostrar tu amplia y desdentada sonrisa, feliz
de la vida, y me alegro de haberme escuchado a mi misma y haberte criado todos
estos meses al calor de mi cuerpo casi constante, poco a poco y a tu ritmo,
siendo siempre tú mismo el que has marcado tu propio ritmo. Vas queriendo
descubrir, cada vez un poquito más, el mundo por ti mismo, y eso me complace.
Es por eso que siento estar haciendo lo correcto, lo que dicta mi corazón, y
que no por llevarte todo el día en mis brazos estas siendo un bebé malcriado o
mal acostumbrado, sino todo lo contrario, el darte mi calor constante te ha
ayudado a convertirte en el bebé carialgre y afortunado que eres hoy, y para mi
no hay mejor regalo en el mundo que ese. Animamos así a todas las mamás, papás,
abuelos, tíos, etc a dejarse llevar por el propio instinto y criar a nuestros
hijos como toda la vida se ha hecho, cerca, muy cerca de nosotros, unidos, y
darles así la oportunidad de ir descubriendo el mundo a su ritmo.
Un
risueño abrazo de León y Marta
Es un relato precioso y no es porque sea su padre y abuelo, es, porque lo es.
ResponderEliminar